MANIFIESTO DE FÓRUM INFANCIAS MADRID

FÓRUM INFANCIAS MADRID es una asociación de profesionales sensibilizados con el cuidado y la protección de la infancia y la adolescencia, que provienen de distintas disciplinas: salud, educación, servicios sociales, filosofía, antropología, derecho, periodismo, etc. Su objetivo es promover el bienestar de la infancia, y una mirada más respetuosa con su individualidad.

Con frecuencia las administraciones educativas, sanitarias y sociales demandan diagnósticos precoces para la dotación de recursos de apoyo a los niños y niñas que puedan necesitarlos, con exigencias catalogadoras que reducen las problemáticas infantiles a la mera enunciación de sus síntomas, sin tener en cuenta la complejidad de los procesos subjetivos que están en su base. Esto ocurre con el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), el Trastorno del Espectro Autista (TEA), la Dislexia, el Trastorno Oposicionista Desafiante y otros trastornos más, en los que se suelen implementar de forma prioritaria medidas para la reducción de la sintomatología externa suponiendo que ello resolverá todos los conflictos, cuando en realidad el malestar, que es uno de los estados propios del ser humano, precisa un abordaje a través del pensamiento y la palabra.

Clasificadas a partir de estos “trastornos”, las personas son convertidas en “enfermas” y entran en un circuito de profesionales en el que cuestiones no médicas se transforman en problemas estrictamente sanitarios, sin tomar en consideración los factores psíquicos, familiares, sociales, culturales y políticos que afectan a la vida de cada uno.

El diagnóstico es algo muy diferente a poner una etiqueta. Se trata de un proceso que se va construyendo a lo largo del tiempo y que puede sufrir variaciones, a la manera de una hipótesis que hay que ir contrastando con las intervenciones posteriores, y que debe partir de un análisis detallado de lo que el sujeto dice, de sus producciones y de su historia.

Sabemos que un síntoma no es suficiente para diagnosticar una presunta enfermedad, del mismo modo que no se puede generalizar el mismo tratamiento para todos, obviando la singularidad de cada caso. Los diagnósticos dados como etiquetas pueden ser claramente nocivos para el desarrollo psíquico de un niño/a si se presentan como “trastornos” de por vida y se les atribuye exclusivamente una base neurológica, en lugar de reconocer una mente en construcción. Además, las etiquetas evitan que los adultos (padres, educadores y sanitarios) tengan que formularse preguntas acerca de sus dificultades para sostener, transmitir y educar.

En muchas ocasiones es en el ámbito escolar donde se despliega el malestar. Si la escuela respeta la existencia de distintos modos de acceder al conocimiento, si reconoce que los niños/as son curiosos y que aprenden a partir del movimiento y el intercambio colectivo y creativo, y no desde la mera acumulación de contenidos, estará creando un entorno propicio para el bienestar y el aprendizaje de acuerdo a las necesidades de cada uno. En una escuela que no respeta estos procesos individuales, cualquier niño en algún momento puede ser percibido como fuera de la normalidad.

Cuando la sociedad, la escuela y la familia están a la espera de un niño/a ideal, el sistema se tambalea haciendo recaer en el alumno/a el origen de sus problemas y la diversidad, lejos de enriquecer, se termina considerando un fallo personal, lo cual interfiere en el recorrido educativo y vital del niño/a o adolescente, así como en la capacidad del equipo educativo para acompañar y ayudar.

Debemos pensar qué es lo que se pone en juego en cada uno de los síntomas y padecimientos que los niños/as y adolescentes presentan, para ubicar ese sufrimiento en un contexto y evitar así la banalización del diagnóstico. Si en un determinado espacio-tiempo muchas personas presentan comportamientos considerados “inadecuados”, ¿no podría ser que quien los mira se haya quedado anclado a los modos de hacer en otro tiempo y otro lugar?

No se trata de negar la existencia del malestar psíquico, sino de comprender que es único y propio de quien lo padece; sus causas no siempre son biológicas o neurológicas, y en cualquier caso siempre se encuentran influidas por la historia de ese niño/a o adolescente, por sus relaciones y vínculos, deseos e identificaciones, y por los distintos modos que cada uno tiene de lidiar con los problemas que se va encontrando a lo largo de la vida.

La infancia vive tiempos en los que se le pide que crezca demasiado rápido. Nuestro lugar como adultos es estar a su lado acompañándolos en todos sus procesos. Por todo lo anteriormente expuesto, Fórum Infancias se ofrece como agente social, comunicador y promotor de espacios para la reflexión en los que poder trabajar con la familia, la escuela y el entorno.

Proponemos que, ante cualquier malestar, a todo niño/a y adolescente se le garantice el acceso a la atención médica, psicológica y psicopedagógica de calidad, sin necesidad de ningún tipo de certificado ni denominación invalidante.

Defendemos una mirada en la que prime el respeto hacia el niño/a y adolescente en su singularidad, que tenga en cuenta sus tiempos, que evite el diagnóstico excesivo y rápido, y en cualquier caso que asegure que el niño no pierde su nombre tras una etiqueta. Queremos darle a cada niño/a un lugar propio, escuchando su historia, la de sus padres y abuelos, sus amigos de clase, su maestra, interesarnos por sus dibujos, sus juegos, sus cuentos, su ropa, su cuarto, sus miedos y fantasías, sus angustias y, por supuesto, sus deseos.

Madrid, junio de 2024.

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