Palabras de apertura:
Alicia Monserrat
Con esta actividad, aquí en este espacio tan emblemático de la Biblioteca de Usera abrimos el curso 2024-2025:
Es nuestra intención transmitir Escenarios posibles de transformación de las Infancias y las Adolescencias, en el contexto de los efectos de las tantas crisis, que planean, de los efectos de la aún pandemia, inscriptos en colapsos sociales y políticos. La guerra se extiende. Devastadoras circunstancias que nos habitan y nos hacen más vulnerables.
A partir de las experiencias que vamos teniendo en estos difíciles y dolorosos tiempos, las cuales compartimos entre nosotros, vamos entendiendo que tenemos más preguntas que respuestas y que es fundamental poder acompañar a los niños y sus familias en estas precarias circunstancias.
Creemos que en crisis globales como la que transitamos, y aún más con el conflicto bélico, que no dejan de estallar, nos exigen debates constantes entre profesionales, grupos parentales, grupos de niños y adolescentes , diversas instituciones, hospitales de día, ect.
Es para nosotros un reto que enfrentamos en nuestra tarea de acompañar a las infancias y las adolescencias y por lo que consideramos que Fórum Madrid se encuentra en tiempos de APRENDIZAJE Y RESOLUCIÓN.
Eso nos alienta y nos pone en movimiento con la propuesta de esta nueva mesa de dialogo de hoy “Malestares” con nuestro invitado Amador Fernández-Savater.
Además de darte la Bienvenida ¡¡¡calurosa!!!, decirte que es una oportunidad muy especial contar contigo para la labor de nuestra Asociación.
Ese ha sido el motivo para convocarlo como un investigador independiente, activista, editor y filósofo “pirata”, hago un paréntesis (eso de Pirata y filósofo me resulta algo significativo entrañable y me remonta a la más tierna infancia).
Seguramente tendrá miles de lecturas e interpretaciones posibles.
También sabemos que actualmente coordinas talleres de pensamiento y escribes.
Solo haré mención a tu reciente libro “Capitalismo libidinal”, que ha calado entre nosotros, como lluvia de mayo/ primavera, de un modo inspirador para solventar con algo que propones en las páginas: el activar políticas del deseo.
Eros, pulsión de vida, ¡¡¡Presentes!!!
Somos conscientes que disponer de tu presencia aquí es tu tiempo valioso, tiempo que implica un acto de generosidad enorme y vínculos de solidaridad con la CAUSA DE LOS NIÑOS, (lo decía F. Doltó, psicoanalista francesa, seguidora de Lacan), entonces antes de nada, agradecerte y también ofrecerte el espacio de Fórum, como la casa que recibe tus ideas para habitarlas y donde pueden ser alojadas.
Como dicen los mexicanos cuando te invitan a su casa, te abren sus puertas y te dicen la casa ¡¡¡de Ud!!!! Te ofrecen la hospitalidad, en su morada.
Extendemos nuestro espacio a alojar a todas las personas que están asistiendo a este evento online y presencial y por qué no, a los libros de esta nutrida biblioteca también.
Fórum está abocado en su accionar:
Deseando comprender a los niños, niñas y adolescentes como seres subjetivos en constitución y construcción psíquica. Entendemos la importancia de “escucharlos” y atenderlos en sus contextos y su historia para asistirlos de otro modo y promover prácticas protectoras de los derechos de niños, niñas y adolescentes.
Entendemos (Pensamos) que el camino es “generar espacios comunes de reflexión colectiva como herramienta para reconocernos y reconocer nuestro quehacer, organizándonos en grupos de trabajo, fomentando vínculos, impulsando el trabajo disciplinar y favorecer una actitud crítica a la vez que dialogante.
El objetivo es comprender los problemas y padecimientos de los niños y adolescentes desde las diversas formas de abordarlos, buscando posibles cambios transformadores a (de) la realidad.
Por eso, nuestro eje es el de prevención a través de lo social, las redes y la gestión, manteniendo una postura ética de respeto a la singularidad y subjetividad de cada niño, niña y adolescente, con una actitud de compromiso para facilitar que logre su bienestar.
Deseamos analizar y discutir las situaciones que afectan a los niños y adolescentes desde la salud, la educación y lo social, recreando la interdisciplinaridad, con la que buscamos caminos nuevos, atravesando las fronteras de los diversos campos de disciplinas, profundizando en lo desconocido y entrelazando nuestros saberes (Manifiesto de Fórum).
Agradecidas no solo por la presencia de los participantes, sino también por su predisposición a participar y alimentar el impulso de prácticas transformadoras de Salud Mental.
Y tampoco no olvidamos que las infancias y las adolescencias nos afloran la ilusión del porvenir y nos planteamos nuestra reflexión colectiva: ¿las cosas pueden ser de otra forma? ¿imaginando nuevas y esperanzadoras realidades?.
¡¡¡Disfrutemos entonces con estos diálogos!!!!
Madrid 19 de Octubre 2024.
DIÁLOGO CON AMADOR FERNÁNDEZ-SAVATER
Palabras de María Cruz Estada
Esto lo organiza el Forum Infancias y os voy a contar cómo veo yo esto de las infancias: Para mí, como para muchos psicoanalistas, la infancia y la adolescencia no tienen un momento de conclusión cronológico, objetivo, contrariamente a lo que plantean psicólogos y psiquiatras. La infancia, la adolescencia, son posiciones subjetivas y para hacer el pasaje de una a otra necesitan del tiempo lógico que cada uno precise. La infancia concluye en un momento lógico preciso de la subjetividad de cada uno, tenga 14 años o 50, y lo mismo ocurre con la adolescencia que no es sino el momento complicado de cerrar la infancia, cuando uno toma su camino singular, no el camino que le han trazado los padres, porque el camino de uno es inédito, nadie lo ha recorrido antes y uno tampoco sabe si es o no el suyo hasta que unos años después mira para atrás y se dice: “pues parece que éste era mi camino”, y eso sólo puede saberse après-coup (como dicen los franceses), retroactivamente. Hay un momento de apuesta en el que uno está solo ante una decisión, la toma y ése es el momento en que uno se ha hecho adulto.
Pues la primera preocupación que os planteo es algo que ocurre en mi consulta desde hace pocos años y creo que todos conoceréis: vienen jóvenes que habían salido o prácticamente de la adolescencia, habían terminado sus estudios con la ilusión de tener un trabajo e independizarse; como el trabajo no llegaba habían hecho un máster o una certificación, como el trabajo seguía sin venir hicieron otro máster u otra certificación y se encuentran viviendo con sus padres y sin trabajo. No sólo con la decepción natural que podemos suponer, sino con la sensación o la seguridad de haber sido engañados –porque sabemos que muchos de esos másteres son un sacadineros para aprovecharse de ellos— y porque esperaban del Otro social que en este caso sería lo mismo que las generaciones de más arriba o que el Estado, una mano que los ayudara a hacer ese tránsito o, lo que es lo mínimo: un hueco en la vida para poder hacerlo propio. Mano que nunca llegó y hueco inexistente salvo en trabajos muy por debajo de su formación y, desgraciadamente, de su dignidad humana. El tema se agudiza cuando se trata de familias sin arraigo en el país o familias con poco lazo social, fundamental para encontrar trabajo en un país en el que quien no tiene padrinos no se bautiza. El peligro es cuando dejan de creer en el Otro como lo que había dado sentido a sus estudios, sus esfuerzos, sus esperanzas, un Otro tejido con palabras, con relatos, mundo sin el cual sólo quedan las acciones. Y ahí viene el riesgo de desenganche de lo simbólico con el pasaje al acto suicida o formas de abandono melancólico, dependiendo de la fortaleza simbólica de cada cual.
Todos ellos tienen sueños pesadillescos muy parecidos. Voy a contaros uno que no es real, ya que por secreto profesional no podría contarlo, sino uno inventado por mí que resume bien lo que me han contado. Diría algo así: “Estoy en una piscina infantil y de pronto salgo de ahí y voy a la de adultos. Estoy nadando tan feliz y de pronto los megáfonos dicen que nos tenemos que ir deprisa y ya se corta todo y me empiezo a angustiar”. Por supuesto todos lo identifican como metáfora de la situación por la que atraviesan: pasar del mundo infantil al adulto y que todo se corte. Luego hay una modalidad de los que llevan un tiempo en tratamiento o bien tienen buenos asientos simbólicos que en el sueño encuentran un hueco por el que llegar a otro lado, y están los que no encuentran salida y son los que más me preocupan. En una psicoterapia corriente los animarían, pero eso tiene patas cortas; en el extremo opuesto, escuché a una psiquiatra que merecería no serlo decir: “esa gente que viene diciendo que está deprimida porque no encuentra trabajo… ¡¡y qué piensan, ¿que se lo voy a dar yo!!!”, es alguien que no quiere correr el riesgo de acoger el sufrimiento del otro. Acoger, es un concepto que nombras en tus escritos, Amador, como atender, y me interesa mucho porque habla de una posición femenina (ojo que no estoy diciendo que una mujer tenga que estar siempre en posición femenina, sino que tanto para hombres como para mujeres es beneficioso poder estar ahí de vez en cuando).
Otro modo de hacer es el tradicional de los psicoanalistas: mostrarles su responsabilidad de sujetos en lo que les ocurre. Ya pero mira cómo vienen, no les fastidies más. El otro día escuchando a un chaval, me vino a la cabeza la película ‘Alemania año cero’ de Rosellini que me dejó sin sueño cuando la vi hace años por la desesperanza brutal del niño protagonista. Para mí un niño o un joven desesperanzado de verdad es lo peor que puedo escuchar.
Tienen un sufrimiento, una desesperanza y, lo que es peor, una pérdida de confianza en el Otro (social, institucional…) que nos obliga a mantener muy bien nuestra posición y ¿qué ocurre? Que los pobres psicoanalistas estamos acostumbrados a trabajar con la lógica de la falta y la queja, la del que se deprime porque hace poco y espera mucho, la del que quiere gozar sin límite y que las consecuencias recaigan sobre los demás…. lo que es la neurosis hablando mal y pronto. Algunos trabajamos también con personas psicóticas y ahí la lógica es un poco diferente pero en 44 años que llevamos algunas trabajando, ya sabemos por dónde tirar para acompañarles. Pero esto que se presenta ahora es distinto en España: no es una enfermedad mental y me da el miedo que nunca me ha dado una enfermedad mental. Lo único bueno es que a nosotros nos obliga a seguir inventando modos de trabajar y a mí eso me pone contenta, pero por lo demás, es pavoroso.
Me puse contenta cuando supe de ese movimiento que empezó en EEUU de jóvenes que no querían someterse al trabajo tradicional y abandonaban. Mi fantasía maternal me lleva a imaginar que alguna gallinica tendrán para poder comer y alguna lechuguica, así como comunidades de apoyo, un poco como los que yo conozco que salieron de La Ingobernable y ahora han formado una comunidad de cuidados, intentando acceder a viviendas en cesión de uso, algo muy interesante como alternativa al mundo que vivimos. Veo que estamos de acuerdo, Amador, con mandar a la porra al mandato de rendimiento. Pero cuando he leído lo que dices sobre la Gran Dimisión de estos jóvenes de los que yo sabía muy poco y sólo de los de Madrid, de pronto me ha pinzado una inquietud el leer que abandonan todo: política, economía, redes sociales. Me inquieta porque hace 15 días presenté justamente en Paris una ponencia sobre las personas que al jubilarse tiran la toalla y abandonan la vía del deseo, del Eros del que hablas, y tienen un destino funesto. Los jóvenes que yo conozco aquí en Madrid no pierden en absoluto el lazo con el otro, pero me gustaría saber cómo hacen esos de EEUU, por ejemplo, para no entrar en un goce masoquista al querer salir de él, no sé si tú puedes decirnos algo más.
La segunda cuestión tiene relación con la primera y espero aligerar un poco el tono apocalíptico (porque no me gusta nada cuando los analistas nos ponemos apocalípticos). Me preocupa mucho que los adultos en manos de los cuales están ahora los niños y adolescentes, han tirado la toalla respecto a lo que implica pensar —pensar con un pensamiento crítico—, y han decidido adoptar un lenguaje y comportamiento estereotipados que son como una plomada en el discurso, sin poder plantar con él alguna semilla singular que haga pensar al otro. Por ejemplo cuando se habla de refuerzo positivo. Si yo soy niña no quiero que me hagan refuerzo positivo como causa de una posible respuesta mía, quiero que mis padres y mi profe se pongan contentos de verdad porque he conseguido juntar dos letras o aprenderme los ríos de España; eso es lo que va a reforzar positivamente mis ganas de aprender; es decir, el refuerzo positivo como consecuencia, no como causa; consecuencia que viene a convertirse en causa de las ganas y no al revés. Si no, no me vale, es falso, protocolario, impostado. Vino a verme una señora de mi edad y me dijo que ya su amiga le había dicho lo que le pasaba y era que no gestionaba las emociones. Claro, lo hemos convertido todo en la gran empresa de la que nos habla Amador, todo es negocio incluidos nosotros y ya sabemos que los negocios hay que gestionarlos.
El otro día en la radio de un taxi escuchaba a Super Nanny preguntando a padres y madres cómo se enfadaban con sus hijos. Uno decía: me irrito y les grito, la otra: me aguanto y lloro, etc. Ella les dijo que había que gestionar el enfado, ellos asintieron avergonzados, pero, añadió, si alguna vez se pasaban de rosca y elevaban la voz, tampoco es que pasara nada (me recordó a aquél psicólogo de Les Luthiers que al final amenazaba a los niños con el coco y la bruja). Y Super Nanny terminó diciendo: ‘para esas ocasiones en que os habéis pasado, otro día os enseñaré cómo pedir perdón’. Se acabó la espontaneidad, el humor y entendí que la imbecilidad había subido al podio. Si a un padre o madre hay que enseñarle a pedir perdón, mejor que lo sustituyan por la Inteligencia Artificial que se va a equivocar mucho menos porque siempre lo va a hacer de la misma manera: la que le programe Super Nanny.
Pero la guinda del pastel es la gente que dice: “Es que mi madre (o mi padre) nunca me ha dicho que me quiere”. La primera vez yo pensé: a mí tampoco me lo han dicho nunca mis padres; es más, si me lo hubieran dicho habría pensado que se habían dado un golpe en la cabeza. Y sin embargo nunca tuve la menor duda respecto de su amor: ‘obras son amores y no buenas razones’, dice el refrán. Esto viene de EEUU donde tienen un bajísimo nivel de metaforización y hay que decirlo todo para que exista.
Es decir, está pasando algo que acaba con la metáfora y, por lo tanto, con la subjetividad para sustituirlos por el modo correcto de hacerlo todo. Pensaba en lo que se decía tras la guerra mundial: no puede haber poesía después de los campos de exterminio, es decir, no puede haber metáfora porque lo real es tan brutal que no permite la represión (por eso traumatiza) y, como sabemos los psicoanalistas, sin represión (en este caso la represión primordial) no hay metáfora.
Como no soy filósofa os lo planteo a vosotros, Trini y Amador: esta literalización, esta metonimización del lenguaje que avanza como un tanque, ¿tendrá algo que ver con la falta de decoro en las expresiones de los políticos, con el cinismo y la exhibición de la riqueza desvergonzada en los ricos, con el ataque sistemático a las instituciones por quienes las dirigen? Yo formo parte de esa generación que iba en contra de las instituciones, pero ahora las veo necesarias —esto dicho con todas las comillas y escudos que se os ocurran—, porque como decía El Roto en una viñeta mostrando la cara de George Washington con una máscara de demonio puesta: “o instituciones o instintos, tenéis que elegir”. Pero ahora las instituciones están en su nivel más bajo de credibilidad y con razón.
Termino con una pregunta que te dirijo a ti, a Trini y a todos los presentes:
¿Cómo podríamos inventar en lo social potencias simbolígenas ahora que la religión ya no interesa y la revolución no se la cree nadie, que nos sirvan para mostrar que hay otra cosa aparte de la invitación a gozar sin límite y que es en el límite a esa pulsión desquiciada, que es en el deseo —bien diferente de la pulsión—, donde podemos encontrar alegría que no felicidad?